Día 10: El regreso a casa (Asilah-Tanger Med-Barcelona)

Me levanté no muy pronto esta vez y fui a tomar el delicioso desayuno que sirven en Marruecos, el pan que parece una crepe, queso fresco, te, café con leche, zumo de naranja, etc. Es tan abundante! Creo que aplican lo del ‘desayuno es la comida más importante del día’.

Desayuno del hotel

Recogí todas mis cosas y las fui bajando progresivamente a la moto. Me sentía con ganas de querer pasar más tiempo, con ganas de aventura, de viaje y de compartir momentos con la gente de allí, acercarme a la cultura. Pero el viaje había terminado, bueno, casi terminado, aún me quedaban 28h de barco más papeleo y llegar hasta el puerto.

Salí y me despedí de Marruecos, me había regalado sonrisas pero también lágrimas; lágrimas de felicidad. Así pus mi objetivo era llegar al puerto de Tanger Med y estar allí 4 horas antes tal y como marcaba el papel de embarque. Me dirigí por vía rápida, esta vez, sin pagar peajes y de ahí fui a repostar en una gasolinera para gastar mis dirhams. Mi sorpresa? Era una gasolinera occidental, una BP si no recuerdo mal, cogían tarjeta, tenía tienda, etc., vamos, las gasolineras que estamos acostumbrados aquí. Se nota cuando llegas al norte del país, parece que estés en cualquier ciudad de España.

Vistas de Asilah

Llegué a Tánger a Med sin complicaciones y de manera muy sencilla y me dispuse a pasar los controles de seguridad, te colocan en un escáner, bueno, al vehículo solamente, tu solo tienes que presentar los papeles y sobretodo, el famoso papel que te dan a la entrada, que se lo quedan ellos. Allí me puse la primera de la cola para entrar al barco, me quedaban 3 horas por delante, ya que el control había sido muy rápido. Dejé la moto y fui a comprar comida, era mediodía. Justo al acabar de comer aparecieron dos moteros en la fila de coches, aparcados al lado de mi moto y de ahí nos pusimos a hablar, todo esto en francés.

Acompañada de mis amigos los moteros franceses

Eran unos chicos muy simpáticos que finalmente después de pasar 5 horas, se convirtieron prácticamente en amigos, así que al entrar al barco, decidimos que compartir habitación era la mejor opción. Ellos tenían un camarote privado y a mi me tocaba compartir habitación con ves a saber quien, siempre las llenan.

Camarote del barco

Después de indagar un poco lo que había en el barco y de dar un paseo, fuimos a cenar y estuvimos hablando horas y horas, me contaron sus rutas, sus aventuras y demás, y yo a ellos también, hicimos muy buenas migas! Al final no deja de ser un día más de ruta, sin moto pero si de aventura.

En la sala de juegos del barco

Nos fuimos a dormir y al día siguiente, ya era el último día de viaje, al menos para mi. Faltaban solamente horas para llegar al puerto de Barcelona así que decidimos pasar el día leyendo, hablando, escuchando música o admirando las preciosas vistas que nos ofrecían el barco: la costa que aparecía de vez en cuando. Nos dio tiempo a dormir una siesta! Marruecos había sido agotador, y necesitaba recuperar fuerzas.

Las magníficas vistas que te ofrece un barco: el mar
Pasando el tiempo y charlando sobre motos y viajes. No os lo niego, aprendí mucho francés
Me pasé horas escribiendo sobre mi viaje para documentarlo y poder escribir a posteriori.
Aburridos lasúltimas horas antes de llegar al puerto de Barcelona

Y por fin, avisaron de que faltaba poco para llegar y que fuéramos recogiendo nuestras pertenencias. Así fue, empezamos a recoger todo y en nada estábamos en el parking, colocando las cosas y recogiendo nuestras motos. La única pega en esta vuelta es que metieron las motos al final del barco y hasta que no hubo espacio para pasar, no conseguimos salir.

En el pueto de Barcelona

Allí me esperaba mi família con un gran abrazo y muchas ganas de saber como lo había pasado, una experiencia magnífica que tengo ganas de volver a repetir.

Marruecos es mágico! Os lo aseguro!

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