Día 4: Aquella primera vez: la emoción de ver algo (Azrú-Er-rachidia-Erfoud-Merzouga)

Me puse en marcha muy pronto por segundo día consecutivo, debía llegar pronto al desierto, allí me esperaba mi amigo Younes de la empresa Africaventuras (un guía excepcional y una bellísima persona, después hablaremos de el, pero aquí tenéis su página web, os lo recomiendo si estáis planeando una ruta por Marruecos).

Hotel Panorama en Azrou

Durante la noche de antes, me dediqué a buscar lugares que me vinieran de paso y que pudiera visitar. Pusimos rumbo a la selva de los monos! Muy bonita y frondosa pero no vi ningún mono, me comentaron que hay horas que no están o quizás sea por el frío, la cosa es que paré y no encontré nada ni nadie así que seguí y fue entonces cuando, de repente, apareció.
Apareció algo magnífico tras mis ojos, aquello que veía de lejos, que cada vez se hacía más grande era el Atlas. Delante mi aquella montaña nevada, alrededor de una explanada, de un desierto, aquello allí plantado. Es una sensación indescriptible, tanto, que el corazón se me llenó e hizo saltar mis lágrimas de lo emocionante que empezaba a ser aquel viaje.

El Atlas
Camino bajando a Merzouga
Se substituyen los pradros verdes por las explanadas marrones

Seguí y pase por muchos pueblos típicos árabes, con puestos en las calles, gente que iba a comprar, casas pequeñas, … y llegué a Er-rachidia en busca de un pequeño Oasis que jamás encontré. Busque por muchos caminos y solo encontré un par de casas con alguna familia asustadas del ruido del motor, aunque muy hostiles porque me ayudaron en mi fracasada búsqueda. La llamo así porque no encontré lo que buscaba o si existía ni si quiera, pero todo el proceso me ayudó a entender que la gente solo quiere ayudar a pesar de entendernos con señas porque ni yo sabía árabe ni ella algún algún idioma que comprendiese.
Por fin entré en lo que eran las puertas del desierto. ¿Conoces esa sensación de en ir km a km y ir subiendo la temperatura? Eso indica que te acercas al Sáhara, cada paso que daba subía la temperatura y yo me iba quitando las capas como una cebolla. Era marzo y hacían nada menos que 30 grados y una solanera horrible.

El oasis
En esta foto estaba pensando en que ya estaba en el sur de Marruecos, la temperatura era de 30 grados, muy agradable.

Entré a Erfoud y allí me esperaba mi amigo Younes para comer algo e irnos a un lugar que se convirtió en una de las mejores noches de mi vida: las jaimas.

Mi amigo Younes y guía de Africaventuras
En el desierto de Merzouga

Para aquellos que no sepas os hago un breve resumen. Un jaima es una especie de tienda o casita que está ubicada en medio del desierto, en medio de las dunas, es el nombre que recibe a las casas del desierto dónde viven los nómadas árabes. Actualmente han creado pequeños hoteles con jaimas, pero estas, de lujo, echas para los turistas. Normalmente se llega en un vehículo especializado, tipo 4×4, pero hay muchas que es posible llegar en tu vehículo propio. Son increíbles!

Jaimas de lujo en medio del desierto
La vida del desierto
El ambiente de una jaima por la noche

Aquella noche disfruté de una buena cena, de una caminata por el desierto a pié y en moto, de un cielo estrellado como nunca había visto antes y una noche repleta de mágica con música berber sonando de fondo. Vamos que aquella noche caí redonda en la cama. Había sido un día repleto de km bajo un sol que provocaba mucho bochorno y recordamos: un día emocionante; y eso cansa mucho el alma, así que necesité recuperarme.

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