Día 8: Lo que iba a ser un hotel, se convirtió en un recibimiento en casa (Demnat-Casablanca)

Nos levantamos y fuimos a desayunar, la verdad es que llegué la primera al desayuno, una vez sale el sol, ya me despierto. Me sirvieron un desayuno delicioso, ya me habia acostumbrado a comer un pan estilo crepe y otro como de pita, con mermelada y mantequilla, zumo natural de naranja, un cafe y un té. Era mi desayuno de todos los dias! Ah, y una pieza de fruta, eso nunca puede faltar en los viajes.

Desayuno típico en los hoteles de Marruecos

Me despedí de ellos, que finalmente iban a Marrakesh y yo habia pensado en poner rumbo hacia Casablanca pero esta vez, todo por caminos secundarios y curvas, dejándome llevar por el GPS y sin importarme que caminos habia decidido coger. Marrakesh era volver hacia atrás y las Ouzoud falls las dejaría para otro momento, eran 4h de trayectos más la visita, y realmente de cascadas había visto muchas y otra vez a lo mismo, queria huír de los sitios turisticos.

Les cogí un cariño enorme!

Cargué de nuevo todo en la moto y me dirigí hacia Casablanca por unos caminos increiblemente bonitos. Recuerdo que pasé por muchos pueblos abandonados, vi un montón de gente que vivia con lo puesto, que incluso iban sin zapatos caminando por la calle, es decir, pude ver el auténtico Marruecos, alejado de los turistas. Os aconsejo que no lo habéis visto todo si no vais por sitios así, es como te sientes parte del país, ves la cultura y entiendes el funcionamiento de la gente, su manera de hacer las cosas, y entonces comprendes perqué es así. 

Entonces, después de ver pueblos, me topé con una gran ciudad en la que paré a comer algo. Me dirigia hacia el hotel que había reservado, pero mi amigo Omar (podeis ver sus increibles fotos en instragram), conocido por Instagram, me invitó a su casa para conocer a su mujer y a su hija, y quedarme a dormir. Al principio dije várias veces que no porque me sabía mal, acababan de ser papás hacia pocos meses y ya tenian bastante faena, pero tanto insistir acepté, y creo que fué la mejor decisión. Después de comer un bocadillo, fuí a reunirme con la mujer de mi amigo para dar una vuelta por Casablanca.

Comida típica de las ciudades

Me reuní con la mujer de mi amigo en Casablanca y me llevó a visitar el centro. Fuimos las dos en mi moto, fué muy divertido porque ibamos esquivando los coches; ya me lo dijeron «la ley del más fuerte», asi que, el primero que pasa gana. Lo más gracioso es que me topé con una española que vivia allí en un Porsche, y se paró a mi lado para saludarme, no se porqué pero cuando uno está en el estrangero, tiende a ser más patriota con su país y saludar  a la gente del mismo, no os pasa eso? 

Llegué a lo que sería la medina, dando una vuelta larga para poder ver diferentes cultos religiosos y monumentos. Paseamos por las estrechas calles y comimos una especie de churros árabes que estaban deliciosos! 

S’fenjs, los churros redondos árabes
Así es Casablanca, una gran ciudad

Después fuimos a dar un paseo por la zona de la costa, aparcando la moto en el parking de un centro comercial. Son todos iguales! Es un centro comercial que me recordó a los de aquí. La verdad, parecia cualquier ciudad de España, jamás diria que fuese Marruecos, o al menos, no era lo que yo me imaginaba o quizás lo que yo buscaba.

Más tarde fuimos a cenar con mi amigo y allí pude conocer a su hija y a su família, todo un encanto! La calidez de la gente de allí es increible, te reciben, te tratan como uno más de la família y te muestran eres un invitado especial, me sentí tan bien….

Ya en su casa, me dejaron una habitación para mi sola y me pude dar una ducha. La gente de Marruecos es increible! La cultura, la manera en que te acogen, las ganas que tienen de enseñarte su cultura y los sitios, las explicaciones que te dan sobre lo que hacen, … Y lo mejor estaba por llegar al dia siguiente, me esperaba un gran cous-cous con la família para comer!

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